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Nuestros secretos

Publicado: 2012-05-23

El periodista Rudy Palma fue descubierto entrando a  cuentas de correo electrónico de funcionarios públicos y “bajando” información para usarla en sus artículos de Perú21.  Fue detenido y transferido a Lurigancho cuando, por ser primario, le correspondía ir a San Jorge.

Se le imputa entre otros usar secretos de Estado.  La defensa del periodista aduce que este no ha “hackeado” las cuentas de los funcionarios públicos sino más bien ha “probado” combinaciones de sus nombres accediendo a las cuentas.  En cuanto a lo que fuera publicado en Perú21, salvo por una norma relacionada con el algodón, no hay nada parecido a un secreto y menos de Estado.

Este episodio llama a la reflexión por varios motivos.  Un tema es la falta de seguridad en los computadores de la administración pública. En mis años en el Estado jamás le puse una contraseña a mi máquina distinta a mi nombre y ello era la regla.  Puede sonar tonto pero nadie piensa que lo van a chuponear, ni que internamente alguien podrían acceder a tu máquina.

Pero el caso del periodista Palma y la discusión sobre si hackeaba o no nos lleva a pensar en que hoy no hay una conciencia sobre lo correcto y lo incorrecto y sobre lo privado y lo público. Nuestro mundo combina el voyerismo con el exhibicionismo, al menos en lo que se refiere al internet.

Hoy 'colgamos' en el internet nuestra vidas para que el mundo las vea y opine. Se cuelgan cumpleaños, matrimonios, viajes, nacimientos y hasta funerales. Contamos que pasa con nuestra familia y nuestros amigos. Ponemos fotos nuestras y de terceros. Llamamos la atención sobre lo que nos gusta o nos disgusta. Probablemente esa necesidad de que el mundo sepa de nosotros sea lo que haya permitido que Facebook entre tan exitosamente al mercado bursátil en estos días.

Nos comunicamos por mail, whattsapp, bbm, twitter;  muchas de estas vías son abiertas y públicas. Los chat rooms permiten que varios conversen a la vez y muchos hoy, sólo usan estas comunicaciones.

Entonces, ¿cómo enseñamos que existe la privacidad; que no se lee el correo electrónico del resto; que no se miran las llamadas en el celular ajeno para ver con quién se ha hablado; que no se entra al bbm o whattsapp y que, si bien mi computadora puede estar abierta, nadie debe escribir de mi cuenta porque el destinatario podría pensar que soy yo la que escribo?

Quizá, mientras trataba con las distintas combinaciones de nombres,  Rudy Palma no era consciente que estaba cometiendo un delito.  Uno similar a aquel que se da cuando se escuchar o graba una conversación ajena. Y así, muchos de nosotros no somos conscientes de que hay que mantener un mínimo de privacidad y de respeto al resto.

Hoy, con Apple que nos brinda La Nube; en que información ilegalmente obtenida es difundida sin sanción en los medios, quizá sea incluso más difícil comprender que debemos respetar la privacidad y que no se accede a información que no está destinada a nosotros.

Seria bueno reflexionar sobre ello y, mientras nos damos cuenta de que muchos sienten que cuando acceden a información ajena no están haciendo nada malo y que más bien son bien “vivos”, sugeriría que, como antes, los secretos los digamos al oído.


Escrito por


Publicado en

Cecilia Blume

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